Tuesday, May 10

En la madre...


Hay muchas cosas que hace una mamá. Desde cargarnos nueve meses adentro de su cuerpo regalándonos lo que le queda de curvas y juventud, hasta velar por nosotros día y noche desde el momento en que nacemos y hasta cuando ella aguante o suene su alarma. Yo supongo que ser mamá es de esas cosas que empiezan sin pensarlo. Ya eres mamá, ya amas a tu hijo, ya le tienes destinados tantos planes... y ni siquiera lo conoces. Nomás sabes que eres gorda y nada te hace más feliz. Y después de tu cambio físico, después de que ya asimilas que ya no eres sensual, que la ropa no te queda y que empiezas a perder la dimensión de las cosas y se te caen en la panza, comienzas a formar un nuevo hogar. No una casa, sino un hogar. Porque eso si: Cientos de hombres podrán construir una casa, pero se necesita nomás de una mamá para construir un hogar. De lo contrario, y con todo respeto... supongo que un albañil pudiera ser mamá.

No tengo ni la más mínima idea de qué será tener un hijo. Ha de ser hermoso verlo ahí nomás, acostado, de lo más indefenso... y saber que de la única persona que depende es de ti. Luego cuando empiezan a balbucear y a tirar todo por doquier, no sé, supongo que todo eso es su propio dialecto con Dios. Y luego crecen, y comienzan a dar lata, empiezan a demandar grandes cantidades de tu tiempo y a sacarte canas verdes... y aunque es un trabajo cansado, es el trabajo mejor pagado de todos: se recibe el amor más sincero a cambio. Y no importa qué edad tengas, tu mamá siempre es tu mamá. De pequeño, literalmente te alimenta para que puedas tener un cuerpo sano. Cuando niño, te cuida de todo mal y la crees una superhéroe. Cuando llegas a la adolescencia, igual la odias pero la admiras porque es invencible, siempre te gana y siempre tiene la razón. Cuando adulto, no puedes creer cómo es que ha aguantado estar casada tanto tiempo, cómo es que le hace para resolver las cosas más pequeñas: los pagos mensuales, su sazón en la cocina, cómo quita manchas del baño, cómo hace más de mil cosas al mismo tiempo... y todavía tiene tiempo para aprender a usar el facebook. Una mamá es increíble por donde quiera que la veas.

Las mamás, las mamás de las mamás, y las mamás de esas mamás de las mamás... ¿cómo pudieron crear un imperio de tal magnitud? Es toda una institución que te enseña a andar por la vida y amar a todo tu alrededor. Una mamá es el mejor salón de clases, es la mejor filósofa, la mejor defensora... a veces hasta la mejor dictadora. Pero esa es otra virtud, porque las mamás siempre saben pedir perdón. Una mamá ama tanto que se avienta a corregir a pesar de no saber si sus bases son las correctas, o si quiera existentes. Y se avientan porque una mama todo lo puede y todo lo sabe. Y eso te llega de una manera extraordinaria: el amor y los cuidados de una mamá son la gasolina para que un ser humano haga lo imposible.

Por otro lado, y lo digo porque respeto la individualidad de cada persona, creo que la biología es la característica menos esencial de una mamá. Una mamá no necesariamente tuvo que tenerte en el vientre, o no necesariamente tiene que ser mujer. La palabra mamá está malencaminada a la mujer que te dio la vida. Si bien es un concepto totalmente real y tradicionalista, no necesariamente es obligatorio que así sea: Una mamá es cualquier persona que pueda tomar el lugar de mil personas pero nadie pueda tomar el suyo. Una persona que sea lo suficientemente inteligente para aceptar todo aquello que no le parece. Una persona que ame sin preguntar a quién, ni cuándo, ni dónde, ni por qué. Y todo esto sin enamorarse de ti y sin quererte besar apasionadamente. Sólo por el amor a tí. A tu persona. Por el amor a tu indefensión.

El decir "no tengo mamá" es algo imposible. El decir "mi mamá no me quiere" es algo estúpido. El decir "mi mamá no sabe" es algo ingorante. El decir "mi mamá se esfuerza" es algo obvio. Y decir "mi mamá me ama" es algo redundante. Hasta yo, siendo abogada, puedo decirles que la única cosa que no cuestionaré es el amor de mi mamá.