Tuesday, March 30

Nación de Imaginación.


Me falla el vocabulario y tengo sed. Las uñas me comen, las regaño y me controlan. Ejerzo presión en los lugares más recónditos de mi cuerpo y extrañamente encuentro placer y un poco de tranquilidad. Estoy tan cansada que casi puedo distinguir qué es lo que me está pasando. Mi piel ya no brilla como antes, ojalá se comportara. Siempre destacaba cuando tomaban fotografías mías con las montañas. Y es apenas en el clímax del problema cuando dejo de respirar y me relajo: rasco un poco mi cráneo y dejo que se enrrede mi cabello; posteriormente mi estómago... ese vacío tan peculiar en el que no me da hambre pero tengo que forrar mis paredes de algo. Las piernas no son piernas y los brazos son mantequilla. Posiblemente la gente mayor entendería. Son cosas de grandes.

El sueño está nublándome la vista conforme las letras se apoderan del espacio en blanco. Pero no me rindo porque pocas son las veces que algo tan fantástico sucede: el nada y el todo, con el límite de un quizás. Cuánta similitud tienen estas palabras con la vida como la conozco, la novela de la realidad es muy parecida al libro de mis vivencias. Debería de estar agradecida por lo agoviante que es estar pensando en dónde cabe tanto exceso. Al menos esa es mi tragedia, y no otra de escasez, como las que cuenta el sur.

Vienen por mí y no creo que pueda evitarlo. Siento como la incertidumbre está rondando junto con todas mis preguntas, y me van a agarrar. Eso que ni qué. Y nadie se percata de que estuve a tiempo, todo el tiempo. En tiempo y junto al tiempo,porque le di tiempo al tiempo, a su tiempo.

Se acabó el tiempo. Y mi mente se cansó.