Thursday, December 10
Casablanca.
Tanta rectitud sin rectitud que ya no quiero. Empiezan mis vacaciones y yo castigada, como si tuviera 10 años. ¡La vida se me está escapando! Y yo aquí sentada mareándome con las olas de este mar todo sin sabor. Son las 11:01 p.m., todavía falta una hora con cincuenta minutos. Mi hermano por fin pudo con su problema y yo todavía no tengo arrugas, así que si está a tiempo. Las piernas me van a estallar, siento como si se hubieran sentado mis recuerdos encima. Ya vienen las fiestas decembrinas, las posadas... todas esas cosas bonitas, y yo encerrada en este recinto. Vaya patrañas. Ahora si que ni tarea tengo, gracias al cielo. Aunque a veces, extraño ese sentimiento de trabajar a presión y saber que algo me espera.
Y yo vivo y él me apunta y los dos nos confundimos. Mira nomás, mi alma te guiña y te crees mucho. Quiero más música, de esa que tiene dos lados, de esa que, o es una obra de arte, o simplemente es basura. Pero nada de andar en medio, eso da flojera. Para las masas, siempre fue algo de temer el hecho de perder luz. Qué puedo decir yo, no tengo muchas vivencias que compartirle a los futuros aventureros. Dormir no me va a satisfacer, me conozco. Tengo que hacer algo provechoso, de manera nocturna. Y tengo un pie muchísimo más frío que el otro.