Thursday, November 26
Mi Elemento Predilecto
Cabellos sin caudal, mientras que tú y yo galopamos juntos en tu cabeza, quizás, y con el fuego de nuestro lado. Melodías entregadas al temor, avanzando por el laberinto de la incertidumbre. Quiéreme... anda. Mi espasmo se multiplica y me remonto a todos aquellos errores incoloros, el entendimiento es casi una resolución de tu mente.
Angeles, metales con plumas y vísceras... preciosos y exquisitos como lo injusto y lo delicado, lo delicioso y lo placentero. Caídos algunos, elevados muchos otros distintos. Qué hermoso es lo ordinario por repetirse tantas veces sin razón. Realmente no necesito de esto, de tí, de la marea que se aleja.
Qué lugar tan lúgubre. Cuánta luz. Convertirme en polvo no sirvió de nada porque no te diste cuenta... ¿para qué me buscas en la espuma? Nunca me desintegré, más bien tú te volviste de piedra. Aléjate de toda esta cercanía, por favor... acércate a alejarme. Da lo mismo. Y como la vida misma, me contradigo.
Tantas mitades, el fruto prohibido, y latidos incesantes del corazón, vaya que me suena a tentación. Mis pies nunca estuvieron en la tierra. Entré en batalla conmigo misma: Yo, mi sombra, mi reflejo, mi recuerdo, mi retrato y mi visión. Nadie más. Todas juntas y aún así no me encuentro.
Vagando por ahí, pude darme cuenta que la vida no es vida y que el aliento es algo así como superfluo. Dejé a un lado la parte de morir, después de todo no me interesa percatarme del suceso. Lo que el destino quiera aportarme, si es que hay uno, lo tomo en brazos cual niño asustado.
La tierra me ensucia, la lluvia me lava, el viento me seca y el fuego me calienta. Y vuelvo a ser la de siempre; tierna, cálida. Quedas de sobra, continuar sería arruinarlo, pero si no lo hago... cómo me desmiento. Cómo te digo que de verdad, de verdad... no me sobras.